Ande, pues, muestro apellido, el tañer con el cantar concordes en alabar a Jesús rezién nacido. Bendito el que ha venido a librarnos de agonía. Din din, dirindin, din din, que nasció el contentamiento. Remedió su advenimiento millenojos. Benditos sean los ojos que con piedad nos miraron y benditos que an sí amansaron tal fortuna