Desiertos campos, árboles sombríos, medroso valle, lóbrego y cerrado, al miedo tristemente coronado de oscuras sombras y peñascos fríos. Riberas sordas, despeñados ríos, inculto monte, estéril, erizado, eco que, de mis quejas animado, formaste dellas naturales bríos. ¿Qué os espantáis si alguna vez, acaso, mi osada lengua la ocasión infama, que entre vosotros sin piedad me deja si ofendo el dulce fuego en que me abraso? Soy como leña verde que en la llama a un mismo tiempo se consume y queja.