Sosiega tu quebranto, hermosa navecilla que ya estas a la orilla, de el que es asilo santo de nuestra salvación. De un dios que en pan encierra, la gloria de la tierra, y del abismo espanto, es luz que eterna brilla en nuestro corazon. Ya el enemigo infiel de los mortales, que juzgó eterna en fe de las señales, la esclavitud del hombre; sentirá la tormenta que le asombre, cuando del mar pirata su negra nube el pielago dilata. De airados vientos la unión, combatiran el poder, de quien sobre el aquilón su trono quiso poner. Sera su estrago fatal, que en el viril y el cristal raya contra su ambición sitial en que ha de venzer.